Llego a las oficinas de la Dirección General de Tráfico con el objetivo de renovar un permiso de conducir que en contadas ocasiones he desenpolvado de su cajón.
Esperaba encontrar gente, pero no toda aquella multitud. ¡Buf! He tardado un poquito en averiguar a qué mostrador me tenía que dirigir y una vez allí casi desisto al ver toda la gente que había esperando. Pulso el botón para coger mi turno. Miro la pantalla: ¡faltaban más de 70 números! Estaba considerando la opción de echarme para atrás y hacer la gestión por correo, cuando inesperadamente se me acerca un chico y me ofrece su número. Me dice: - toma, ahora te queda un pelín menos. De repente pasaba a tener menos de 10 personas por delante. Tuve el tiempo justo de darle las gracias al muchacho y de preparar toda la documentación para hacer la gestión correspondiente. En un momento tenía mi permiso provisional en las manos.
Resulta curioso que justo ayer yo hiciera algo muy parecido. Estaba en la oficina de Correos y cuando ya casi era mi turno cambié de opinión. Antes de irme le di mi número a una señora con la que había estado hablando mientras esperaba. Le ayudé a rellenar un formulario y me acabó contando su delicada situación familiar. No tiene más importancia, pero resulta curioso como a veces en la vida uno recibe incluso más de lo que da.
Esperaba encontrar gente, pero no toda aquella multitud. ¡Buf! He tardado un poquito en averiguar a qué mostrador me tenía que dirigir y una vez allí casi desisto al ver toda la gente que había esperando. Pulso el botón para coger mi turno. Miro la pantalla: ¡faltaban más de 70 números! Estaba considerando la opción de echarme para atrás y hacer la gestión por correo, cuando inesperadamente se me acerca un chico y me ofrece su número. Me dice: - toma, ahora te queda un pelín menos. De repente pasaba a tener menos de 10 personas por delante. Tuve el tiempo justo de darle las gracias al muchacho y de preparar toda la documentación para hacer la gestión correspondiente. En un momento tenía mi permiso provisional en las manos.
Resulta curioso que justo ayer yo hiciera algo muy parecido. Estaba en la oficina de Correos y cuando ya casi era mi turno cambié de opinión. Antes de irme le di mi número a una señora con la que había estado hablando mientras esperaba. Le ayudé a rellenar un formulario y me acabó contando su delicada situación familiar. No tiene más importancia, pero resulta curioso como a veces en la vida uno recibe incluso más de lo que da.
2 comments:
Ya lo dice Jorge Drexler en su canción "Todo se transforma". Y como bien sabes, estoy completamente de acuerdo contigo...aunque a veces me cueste verlo. Y a veces se recibe más aún de lo que se da!
¡Cuánta razón tienes!
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