07/09/2007

Sin yo saberlo

Estoy en una calle peatonal donde la gente habitualmente pasea, toma el aire o simplemente pasa el rato. Me siento en uno de los bancos para hacer una llamada de teléfono. A estas horas del día tengo para escoger donde sentarme.

Me dispongo a marcar el número cuando veo que una mujer mayor se dirige directamente hacia mí. Viene de frente y tiene la mirada fija puesta en mí. Parece que tiene clara la ruta y el destino. Si no se desvía un poco creo que "se me va a comer". ¿Me querrá pedir algo? ¿Será que no ve bien? Igual se quiere sentar, pero con los bancos vacíos que hay... No debe ser eso.

Está ya a pocos centímetros de mí y finalmente se sienta justo a mi lado. Yo, que me había sentado casi en el borde del banco, tengo que desplazarme hacia un lado para que la mujer pueda descansar bien su cuerpo. Estamos "pegadas" la una a la otra. El espacio de cortesía que habitualmente dejamos entre personas aquí es inexistente. Yo no es que sea antisocial, pero interiormente me pregunto si no había otra opción.

La señora parece algo más relajada ahora que ya esta sentada. Inicio una breve conversación. Entre otras cosas le pregunto: "¿vive usted por aquí?" Acompañando sus palabras con un movimiento de cabeza, me responde: "justo ahí en frente y todos los días a esta hora salgo un rato y me siento aquí."

Ahora lo entiendo. Sin yo saberlo "le robé" el espacio a la señora. Por supuesto mi intención no era -ni mucho menos- interferir en la rutina diaria de nadie, pero me hace pensar.

1 comment:

Anonymous said...

I tant, que fa pensar!