La pequeña tenía poco más de tres años. La estatura correspondía a su edad, pero su manera de actuar, sus preguntas, sus razonamientos parecían propios de alguien con más tiempo de vida. Acabábamos de conocer tanto a la niña como a sus padres.
Compartimos un par de horas juntos, mientras tomábamos algo con un grupo grande de gente. Durante ese tiempo me encantó observar cómo se dirigían a la niña, cómo la trataban y cómo la educaban con cada pequeño acto, con cada palabra, con cada detalle... Todo era cariño, escucha, paciencia, ternura, respeto, confianza... parecía que tenían unos principios muy claros y que habían estado pensando a conciencia en cómo educar a su hija, aunque luego confesaran sus inseguridades. ¿Y quién no las tiene? Educar es uno de los retos más grandes de la vida y nadie nace sabiendo cómo hacerlo, pero es genial ver a padres y madres como los de la pequeña Celia. No sé para ella, pero para mí fue toda una lección.
Compartimos un par de horas juntos, mientras tomábamos algo con un grupo grande de gente. Durante ese tiempo me encantó observar cómo se dirigían a la niña, cómo la trataban y cómo la educaban con cada pequeño acto, con cada palabra, con cada detalle... Todo era cariño, escucha, paciencia, ternura, respeto, confianza... parecía que tenían unos principios muy claros y que habían estado pensando a conciencia en cómo educar a su hija, aunque luego confesaran sus inseguridades. ¿Y quién no las tiene? Educar es uno de los retos más grandes de la vida y nadie nace sabiendo cómo hacerlo, pero es genial ver a padres y madres como los de la pequeña Celia. No sé para ella, pero para mí fue toda una lección.
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