
Compartimos un par de horas juntos, mientras tomábamos algo con un grupo grande de gente. Durante ese tiempo me encantó observar cómo se dirigían a la niña, cómo la trataban y cómo la educaban con cada pequeño acto, con cada palabra, con cada detalle... Todo era cariño, escucha, paciencia, ternura, respeto, confianza... parecía que tenían unos principios muy claros y que habían estado pensando a conciencia en cómo educar a su hija, aunque luego confesaran sus inseguridades. ¿Y quién no las tiene? Educar es uno de los retos más grandes de la vida y nadie nace sabiendo cómo hacerlo, pero es genial ver a padres y madres como los de la pequeña Celia. No sé para ella, pero para mí fue toda una lección.
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