En casa hay a quien le gusta desayunar cereales con leche, pero no vale cualquier clase de leche. Tiene que ser leche fresca.
Voy a hacer la compra y encuentro sin problema todos los productos anotados en mi lista, excepto la leche. Decido probar en otra tienda y tampoco hay suerte. Hoy me siento especialmente detallista y amorosa y decido hacer un nuevo intento. Pruebo en un tercer supermercado, llego a la nevera donde suelen estar los productos lacteos y veo que no cabe ni un alfiler. Sólo en una esquina hay un pequeño hueco y ¿qué se supone que tendría que haber allí en condiciones normales? ¡La leche fresca, por supuesto!
Parece que haya algún duendecillo escondido entre los pasillos esperando mi llegada y cuando cruzo la puerta del supermercado.... ¡zás, hace desaparecer lo que estoy buscando!
De acuerdo... acepto que debe haber algún problema con el proveedor de la zona. Ya de vuelta a casa entro en un establecimiento en el que no había reparado antes. Definitivamente va a ser mi último intento. Me planto delante del gran frigorífico y me parece ver una botella de leche. ¿Serán visiones? Es de una marca desconocida y no es entera, que es la que solemos tomar, pero después de toda mi ruta... no voy a andar con pequeñeces. ¡Ya puede ser desnatadísima!
No comento nada en casa. Quizá como a la hora de desayunar uno todavía está medio dormido... Pero inevitablemente llega el comentario sobre la nueva adquisición. Ahora ya no me siento tan detallista y amorosa, pero como es importante escuchar...
- ¡Ummm, me gusta esta leche... es más suave!
- ¡Respuesta correcta! - Me limito a responder. De repente me viene a la mente el duendecillo imaginario cargando sigilosamente con un saco inmenso y no puedo resistir reírme!
Voy a hacer la compra y encuentro sin problema todos los productos anotados en mi lista, excepto la leche. Decido probar en otra tienda y tampoco hay suerte. Hoy me siento especialmente detallista y amorosa y decido hacer un nuevo intento. Pruebo en un tercer supermercado, llego a la nevera donde suelen estar los productos lacteos y veo que no cabe ni un alfiler. Sólo en una esquina hay un pequeño hueco y ¿qué se supone que tendría que haber allí en condiciones normales? ¡La leche fresca, por supuesto!
Parece que haya algún duendecillo escondido entre los pasillos esperando mi llegada y cuando cruzo la puerta del supermercado.... ¡zás, hace desaparecer lo que estoy buscando!
De acuerdo... acepto que debe haber algún problema con el proveedor de la zona. Ya de vuelta a casa entro en un establecimiento en el que no había reparado antes. Definitivamente va a ser mi último intento. Me planto delante del gran frigorífico y me parece ver una botella de leche. ¿Serán visiones? Es de una marca desconocida y no es entera, que es la que solemos tomar, pero después de toda mi ruta... no voy a andar con pequeñeces. ¡Ya puede ser desnatadísima!
No comento nada en casa. Quizá como a la hora de desayunar uno todavía está medio dormido... Pero inevitablemente llega el comentario sobre la nueva adquisición. Ahora ya no me siento tan detallista y amorosa, pero como es importante escuchar...
- ¡Ummm, me gusta esta leche... es más suave!
- ¡Respuesta correcta! - Me limito a responder. De repente me viene a la mente el duendecillo imaginario cargando sigilosamente con un saco inmenso y no puedo resistir reírme!
1 comment:
Hi va haver un temps que ens vam proposar passar-nos a la llet fresca, però vam desistir. No teníem la perserverància d'anar cada dos dies a buscar-ne! Això teu sí que és amor...
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