16/08/2007

¿Quién debería asustarse?

El otro día estaba sentada en una cafetería, esperaba a alguien. Cerca de mi mesa había un grupo de 5 personas. Tendrían unos treinta y pocos años, parecían relajados... oía sus carcajadas y algunos comentarios sobre las actividades de ocio que iban a realizar durante los días que tenían por delante.

Mientras ellos charlaban jovialmente, entró un chico en la cafetería. Se sentó en la barra, no muy lejos de ellos. No hacía falta ser muy avispado para darse cuenta de que el chico no estaba muy cuerdo. De forma compulsiva se pasaba las manos por la cabeza una y otra vez, sin cesar. Se levantó, se fue al baño.... en menos de 3 segundos volvió a salir, se sentó de nuevo, se volvió a levantar, salió a la calle, volvió a entrar.... todo ello sin dejar de tocarse la cabeza, con un movimiento similar al que haría alguien que se estuviera extendiendo gomina por el pelo, pero de forma extremadamente rápida y ejerciendo mucha fuerza.... como si le fuera la vida en ello....

Las 5 personas que había estado observando intercambiaron algunas miradas e inmediatamente se levantaron como si les hubiese entrado prisa por pagar las bebidas que apenas habían saboreado. Dejaban atrás sus vasos medio llenos.

Pocos segundos después... una de las muchachas que trabajaba en la cafetería se acercó al chico y nombrándole por su nombre le dijo: ¡aquí sabes que tienes que estar tranquilo porque la gente se asusta! Se lo dijo mirándole a los ojos y con una ternura admirable. El chico, cesó por un momento los movimientos frenéticos, y le devolvió la mirada sin articular palabra. Me pareció que con sus ojos se mostraba agradecido por el hecho de que alguien, no sólo no le había evitado, sinó que se había parado a decirle algo. Tambien me pareció que su mirada transmitía desconcierto. Incluso me atrevería a adivinar las palabras que ni siquiera llegó a pronunciar: ¿cómo que la gente se asusta? ¡Yo sí que estoy asustado!

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